LA SINIESTRA INDUSTRIA FARMACÉUTICA
Resumen parcial del artículo de de Alan Schwarz
publicado en The New York Times (14.12. 2013) (2)
La adicción a los estimulantes como Aderall, Ritalin, Concerta, Strattera, etc, utilizadas en los diagnósticos de TDAH traen, como consecuencias extremas crisis psiquiátricas y pensamientos suicidas. Es usual encontrar personas que tienen como objetivo trabajar o estudiar durante más horas, y acaban por no dormir durante días enteros, pierden el apetito o incluso desarrollan alucinaciones. Muchos se habitúan a las pastillas y sienten que ya no pueden volver a funcionar sin ellas.
Un video médico educativo patrocinado por Laboratorios Shire muestra a un médico haciendo un diagnóstico del trastorno en una conversación de sólo seis minutos, tras lo cual el médico recomienda medicación. Como la mayoría de los trastornos psiquiátricos, el TDAH no se basa en ninguna prueba. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que sus síntomas están sujetos a la interpretación subjetiva de médicos, docentes, padres y de los propios pacientes. La American Psychiatric Association, financiada por la industria farmacéutica ha ido ampliando los criterios diagnósticos sobre este trastorno hasta el punto de incluir conductas normales propias de la infancia como el “cometer fallos por despistes” o el “tener con frecuencia dificultad de esperar su turno”.
El marketing moderno de los estimulantes nació con Adderall. El señor Griggs compró una compañía que producía una pastilla para adelgazar llamada Obetrol. Intuyendo que podría emplearse en el tratamiento del denominado trastorno por déficit de atención [Attention Deficit Disorder en inglés], tomó las siglas del trastorno en inglés, “A.D.D” y jugó con ellas añadiendo sufijos. Construyó así una palabra con la que podría captar más gente: Todos [All] Para el trastorno por déficit de atención (for A.D.D.) Trastorno por déficit de atención para todos (A.D.D. for All).
Adderall se estableció como un competidor de Ritalin, que era el medicamento más popular. Shire, dándose cuenta del potencial del fármaco, compró la compañía por $ 186 millones y se gastó muchos más en marketing para vender el producto a los médicos ya que los pacientes sólo acceden a la medicación a través las recetas de sus médicos.
Shire convocó a cientos de médicos a reuniones donde un médico pagado por la compañía explicaba el valor del nuevo fármaco. En abril del 2002 se llevaron a cabo reuniones para promover la versión de acción prolongada de Adderall, también de Shire, llamado Adderall XR e incluyó una presentación que constituye un claro ejemplo de cómo se adifunden mensajes sobre el TDAH y su medicación no fundamentados en dato científico alguno. A pesar de que estos
fármacos están clasificados por el gobierno como una de las sustancias con mayor potencial de abuso y peligro, de las que una sobredosis puede provocar problemas cardiacos graves y comportamientos psicóticos.
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